La estabilidad macroeconómica de un país contribuye a la creación de un ambiente favorable para la materialización de inversiones y el desarrollo productivo, incentivando la generación de empleos y aumentos en la productividad.
Dicha estabilidad es una de las condicionantes para generar los niveles de confianza y de certidumbre requeridos por los agentes económicos, imprescindible para la toma de decisiones de cualquier proyecto de inversión.
Estas variables económicas van mas allá de los niveles de inflación y tasas de interés existentes; entre otros indicadores a evaluar refieren a la disciplina fiscal del gobierno y su capacidad de concertación con las empresas y con el mercado laboral para la generación de inversiones, ahorro y desarrollo productivo a largo plazo.
Mejorar el clima de negocios es fundamental para todas las economías; debido a que trae consigo mayores incentivos a la inversión extranjera y nacional, el inicio de nuevas empresas, incremento del sector formal y una mayor competitividad en la gestión de negocios.
La apertura de una empresa es un acto de fe, incluso en las mejores circunstancias; y los gobiernos se están esforzando para crear una plataforma facilitadora a las empresas para estimular la inversión.
Los indicadores de este factor evalúan las variables para facilitar las actividades empresariales y la atracción de inversiones; es decir, simplificar sus regulaciones a la actividad empresarial, fortalecer los derechos de propiedad, reducir los costos de exportación e importación, aliviar las cargas tributarias y aumentar el acceso al crédito, entre otras reformas.