Resumen:
Evaluar la evolución de la economía en términos estrictamente económicos, sin llegar a considerar la dimensión social y política de la praxis económica, que se formuló y promovió desde el poder real que, a la vez, fue administrada y ejecutada por el poder político formal, puede conducir a apreciaciones optimistas y maximalistas de parte de defensores o a críticas destructivas o inferencias negativas por sus detractores. Por consiguiente, la evaluación de la evolución de la economía, deberá de efectuarse en un contexto separado de la ideología, que tiende a sostener que todo marcha muy bien, cuando la realidad existente lo niega o, por sentido contrario, afirma que todo va muy mal, ocultando los resultados positivos obtenidos. Por lo que evaluar implica poder reconocer los buenos resultados, aunque éstos, política y socialmente, no beneficien a nuestra opción política, porque, a partir de ese nivel de honestidad, se podrá opinar críticamente y sugerir con robustez moral lo que falta por hacer, orientando la praxis económica a generar el beneficio social, y a que, el aparato productivo se convierta en la base del progreso material de la sociedad
